Opinión | Cecilio Raúl Berzosa,
obispo
Diez puntos para la postconfinación inspirados en la revista Civilta Cattolica
¿Qué hemos aprendido,
y estamos aprendiendo, en tiempos de pandemia/postpandemia del Covid-19? La
prestigiosa revista La Civilità Cattolica ha venido publicando durante los
meses de confinamiento una serie de apuntes. Sintetizamos en forma de decálogo
las siguientes claves:
1.- Activar los verdaderos
anticuerpos de la comunión y de la unión, porque el contacto se puede traducir en temor al contagio;
la comunicación, en miedo a la contaminación; y las relaciones, en dramáticas
infecciones. No somos lobos para los demás, sino hermanos. No somos sardinas en
conserva, enlatadas en recipientes individualizados; todos formamos una y la
misma familia humana.
2.- Cuidemos el sistema
sanitario público y privado. No hagamos ideologías de recortes que matan.
Valoremos la salud como un bien común global y que, como tal, debe ser
gestionada. No olvidemos que, lo que está en juego, es la sociedad misma.
3.- La pandemia ha
sido global. Hay
que afrontarla siempre con realismo, sin ocultar realidad ni cifras, y
reforzando las redes de ayudas, especialmente a los más pobres y desfavorecidos
y a las familias. Y, en ellas, a los más desprotegidos: niños y ancianos.
4.- Asumamos los retos y consecuencias psicológicas: hay que poner en práctica la resilencia o
resistencia, con estas claves al menos: implicarnos en todo cuanto podamos
hacer y en la responsabilidad de arriesgar; el control de la situación en pequeñas
cosas; no aislarnos ni perder las relaciones con los demás; afrontar la
enfermedad y, en su caso, la muerte con fe y esperanza; y, sobre todo, hacer de
esta prueba de la pandemia, una oportunidad para crecer.
5.- La pandemia ha golpeado también al poderoso primer mundo. La reconstrucción de Europa, por ejemplo, no será
posible sin una nueva idea de Europa misma. A nuestra puerta están llamando
los refugiados. Hasta en el orden económico, tendremos que pensar
en los países más pobres para que no sean aún más pobres tras la pandemia. Esta
crisis, o nos hundirá más o nos dará impulso para afrontar nuevos y necesarios
desafíos sociales y políticos, con nuevas y creativas respuestas.
6.- La pandemia no ha sido un castigo de Dios. Dios nunca permitirá que prevalezca el miedo, la
oscuridad y la muerte. El Papa Francisco, en la bendición Urbi et Orbi, del 27-3-2020,
nos dijo que este tiempo de prueba es de elección. No es un tiempo
de juicio de Dios, sino para nuestro juicio, para que sepamos elegir entre lo
que es perdurable y lo que lo pasa, entre lo verdaderamente necesario y lo que
no lo es. Es tiempo de reconducir la ruta hacia el Señor y hacia los hermanos.
7.- Una oportunidad para purificar nuestra fe. Hemos palpado mucho dolor y mucha muerte. El Señor nos ha pedido aprender a vestir la debilidad del mismo Jesucristo y a destapar los más verdaderos y genuinos sentimientos del corazón. La prueba purifica la fe, y nos invita a una mayor configuración con Jesucristo y a un más sincero seguimiento.
8.- Hemos palpado, con tristeza y
confusión, las falsas y distorsionadas noticias e informaciones, las fake
news. Tenemos un doble reto: informativo y educativo,
especialmente entre los más jóvenes; en estos tiempos de post-verdad, no se
puede hipotecar la verdad misma.
9.- Nos ha remontado a los tiempos
de lepra bíblicos.
No podemos dividirnos socialmente en sanos y puros, enfermos y marginados. El
ejemplo es el trato de Jesús con los leprosos. Él mismo
se hizo “leproso y pecador” por y con nosotros. Nos invita a que seamos también
solidarios y sanadores. Es muy Buena Noticia en tiempos de pandemia
globalizada.
10.- No hemos podido celebrar el culto
con normalidad.
La paradoja estaba entre la defensa de derechos humanos fundamentales, como el
culto religioso, y la protección de los más débiles y del bien común. En
cualquier caso, las restricciones tienen que tener una sólida base jurídica y
proporcionada al peligro. Los ciudadanos lo tienen que percibir claramente.
Todos los excesos de estas restricciones deben ser corregidos. En el futuro, en
el tema del culto, habrá que buscar siempre bases seguras y saludables, con una
certeza: las celebraciones pueden no ser posibles, pero las iglesias nunca
pueden “estar cerradas” ni los ministros escondidos. Fuente: www.religiondigital.org. ADH 846