Experiencias | Agustinos España
¿Cómo habría sido el confinamiento sin redes
sociales?
Las redes sociales levantan pasiones en todas direcciones. En los
últimos años han surgido defensores y detractores, sobre todo cuando hay niños
de por medio a los que hay que educar también en el buen uso del ámbito
digital. Desde el estado de alarma, sin embargo, Instagram, Facebook, Twitter,
Youtube y todas las herramientas para hacer vídeollamadas se han convertido en
el mejor aliado para combatir la soledad, para rezar, para celebrar la
Eucaristía y para continuar con la formación de los grupos de catequesis.
Oficios, Eucaristías, Vigilia Pascual, adoración y Vía Crucis en Semana
Santa.
Rezos del Rosario multitudinarios, vídeos “collage”, altares a la
Virgen, charlas formativas y actividades lúdicas para jóvenes.
Todo ha sido posible gracias a la tecnología y a las redes sociales, que
sin sustituir el encuentro personal -que es insustituible-sí pueden ser una
gran ayuda si las utilizamos para el fin que queremos.
Por eso es tan importante estar formados en esta materia, ser creativos
para idear alternativas a los modos tradicionales de trabajar y no tener miedo
a algo que no es bueno ni malo en sí mismo.
Del mismo modo que un cuchillo puede ser empleado para matar a alguien
o, por el contrario, para partir y repartir el pan, así sucede con la
tecnología. Puede acercarnos a quien nos necesita y permitirnos anunciar el
Evangelio o por el contrario, sembrar mentira y desconfianza. Todo depende del
uso que le demos.
En las últimas semanas, catequistas de Primera Comunión han mandado
mensajes de aliento a esos niños que esperaban con ilusión su “día especial” y
que tendrán que esperar unos meses más para la celebración. Ha habido maestros
que han podido hablar con alumnos que estaban enfermos ofreciéndoles el cariño
y la calidez que los niños necesitan cuando no se encuentran bien.
Y hemos conocido un sinfín de iniciativas solidarias de personas muy
generosas, gracias a Facebook o Instagram.
Con el uso masivo de las redes sociales las comunidades han sido más
reales que nunca -nada de virtuales-pero se han digitalizado de la noche a la
mañana.
Con la desescalada, el contexto pide a gritos un nuevo reajuste. Volver
a llenar las Iglesias, para poder celebrar juntos la fe sin pantallas de por
medio y redescubrir la importancia de recibir los sacramentos.
Sin duda, sin las redes sociales el confinamiento habría sido mucho
peor. Ahora es el momento de no quedarnos en la comodidad de poder seguir
cualquier celebración desde el sillón de casa y aceptar el reto de salir al
encuentro de otro y volver a las parroquias para ponernos al servicio de las
comunidades.
Respecto al papel de las redes, no olvidemos todo lo que hemos aprendido
y sigamos usándolas para estrechar nuestros lazos de amistad, de fraternidad y
de familia. Como familia agustiniana, podemos y debemos esforzarnos en hacer
familia, crecer en familia y estar presentes también en esta realidad que nos
interpela a todos y donde el carisma agustiniano tiene mucho que aportar. ADH 846
Reproducido en revistaecclesia.com