Comentario | P. Arturo Pichardo, msc
Pastores según el corazón de Dios, Jer 2, 15
En la primera lectura de la liturgia del viernes 24
de julio leíamos al profeta Jeremías, quien hablando en nombre del Señor le
anunciaba al pueblo la promesa que sirve como título a esta reflexión.
El término pastores lo podemos extender a otras
personas y traerlo a la actualidad, a quienes les toca guiar a otros, tales
como: los padres y madres en las familias. “Los iré recogiendo uno a uno de
cada ciudad, y por parejas de cada familia”, Jer 3,14; a los gobernantes de los
países; los profesores y profesoras; los dueños de empresas y quienes las
dirigen con sus empleados; por supuesto, los Obispos, Sacerdotes, religiosas y
religiosos con la feligresía que pastoreamos, entre otros.
¿Cómo ser pastores o guías según el corazón de Dios?
Esta pregunta nos da mucha tela por cortar, pero
podemos señalar algunas posibles respuestas: guiando al pequeño o gran rebaño
con “saber y acierto”, como bien señala el citado profeta, con paciencia, amor,
misericordia y compasión; con libertad, con bondad y prudencia. Todos estos
valores los encontramos en el Corazón de Jesús, quien se definió como EL BUEN
PASTOR. Él es nuestro modelo a seguir.
¿Hacia dónde?
“Hacia las verdes praderas…hacia fuentes tranquilas;
hacia la casa del Señor. Sal 22
Por caminos verdaderos y hacia la verdad. Por el
camino de la luz, que es también Jesús. Como sus discípulos y discípulas. El se
definió a sí mismo como el camino, la verdad y la vida. Con la lámpara de la
Palabra de Dios. “Lámpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi sendero”. Sal
118.