Desde los Tejados | Manuel Maza sj. mmaza@pucmm.edu.do
Talleres para caminantes sobre agua
En la primera lectura de hoy (1 Reyes
19, 9a.11-13ª), ElÃas recibe el mandato de alistarse: el Señor va a pasar. Primero,
pasa el huracán violento, partiendo peñas; luego el terremoto y finalmente, el
fuego. Las tres experiencias concluyen igual: Dios no estaba en el huracán, ni
el terremoto, ni el fuego.
Luego ElÃas,
siente una brisa tenue, “y al sentirla, ElÃas se tapó el rostro con el manto,
salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva.” ElÃas atiende, porque
en el susurro de la brisa podrá oÃr la voz de su Dios. Acostumbramos a buscar a
Dios del lado del poder. Hoy aprendemos a escuchar su voz en la brisa suave.
El Evangelio
de Mateo 14,22-33, muestra a Jesús
embarcando a los discÃpulos a empujones. La multitud acaba de saciarse de pan y
peces. Jesús parece temer la borrachera del éxito.
Cae la
noche, la barca es mecida por las olas, están lejos de tierra, el viento es
contrario, y para colmo, Jesús se les acerca caminando sobre las olas, como un
fantasma. Pedro cree tener la petición adecuada: "Señor, si eres tú,
mándame ir hacia ti andando sobre el agua." Él le dijo: "Ven."
Pedro, empieza a caminar, pero ante la fuerza del viento, siente miedo y
empieza a hundirse. Entonces descubre la oración correcta: ¡Señor, sálvame! Nosotros
los cristianos, somos los remeros de la barca de Pedro, que Jesús nunca
abandonará. A veces, erróneamente le pedimos al Señor que nos mande a caminar
sobre aguas y pandemias. Lo que hemos de pedirle al Señor es creer con esa fe
que capea las tormentas junto a los otros remeros. No hay talleres para
aprender a caminar sobre las aguas. Pero en la barca de Pedro podemos aprender
a creer, luchar, amar y esperar.